Ni tan sola

Hace un par de semanas hablaba con unas amigas sobre maternidad. Una de ellas, que no es madre aún, nos decía que a veces, en nuestro grupo de WhatsApp se sentía un poco fuera de lugar ya que dos de nosotras, que somos madres primerizas, hablábamos constantemente del tema, y ella sentía que no tenía nada que aportar. Esto desencadenó una conversación muy honesta y abierta, donde yo manifesté la soledad que sentía ahora que era madre. Les confesé que a veces me sentía tan sola, que no veía la hora de que mi esposo llegara para tener una conversación “adulta” y cómo esto me hacía sentir fatal como madre. Sentía que le estaba fallando a mi hijo.

A raíz de esa conversación se movilizaron muchas cosas en mí. No voy a negar que me dolió escuchar a ambas decir, que la razón por la cual no interactúan tanto en el chat como antes, era que se había convertido todo en una monotonía. Se sentía como una conversación entre madres primerizas todo el tiempo, y aunque tenían razón, me dolió. Me dolió porque sentí que el espacio que creí “seguro” para hablar y compartir mi maternidad y no sentirme tan sola, ya no lo era. Me sentí mucho más sola en ese momento y les decía que si no podía preguntarles a ellas (a las que ya eran madres) que eran mi “red de apoyo” entonces a quien?. Entendía lo que decían pero no podía ignorar lo que generó en mí.

La comunicación es la clave de toda relación

Esa noche nos permitimos ser honestas entre nosotras e incluso hablar un poco sobre nuestras expectativas como grupo. Pudimos expresarle a la que no tiene hijos aún, lo mucho que valoramos su punto de vista. A veces necesitamos eso, que alguien que no está en esta situación, que tiene otra perspectiva, nos comparta su punto de vista. Ella, por su parte, no sabía lo solitaria que puede ser la maternidad. Y es que muchos piensan que por ser madres, ya no podemos tener amistades a menos que esas amistades también tengan hijos. O que por lo ajetreada que es la vida materna no vamos a tener tiempo para socializar y prefieren hacerse a un lado, muchas veces incluso como acto de respeto y pensando que es lo que nosotras, las madres, deseamos.

La verdad es que, aunque es real que tener hijos nos ocupa la mayoría de nuestro tiempo, deseamos inmensamente, o al menos yo me siento así, que nuestras amistades no se pierdan. Es más, es cuando necesitamos de quienes dicen ser nuestras amigas y amigos más que nunca. Que es que hablamos mucho de nuestros hijos, ok. Todos tendemos a hablar de lo que nos apasiona, lo que amamos y sobre todo de lo que ocupa gran parte de nuestro tiempo. Pero te aseguro que si nos pones otro tema, o con amor y cariño nos dices cómo te sientes y que deseas hablar de algo más, nosotras vamos a entender y hasta a disfrutar el cambio de tema.

La maternidad es una vida que, a mi parecer, es solitaria. Te envuelves tanto en tu rol de madre, te entregas cien por ciento a cuidar, criar y velar por tus hijos que te olvidas que eres alguien más aparte de ellos. Que eres un individuo. Que hay otras necesidades que puedes atender sin por eso ser una mala madre.

Amor incondicional. Puro. Real.

La sociedad nos ha creado esta idea de que la mujer, una vez es madre, no puede ser nada más. Pero al mismo tiempo hay mil y una expectativas, un ideal de madre, esposa, mujer que a la hora de la verdad no compaginan entre sí. Ya hablaré de esto más adelante.

Mi punto con todo esto es: la maternidad no tiene que ser tan solitaria. Si nos abrimos con nuestras amistades, les compartimos nuestro sentir y les explicamos lo mucho que deseamos compañía y continuar con nuestra relación, teniendo en cuenta que somos las mismas mujeres solo que ahora tenemos un rol nuevo y es la maternidad. Si escuchamos a aquellas amistades que desean estar presentes pero a veces no saben cómo, podríamos encontrar un punto medio dónde apoyarnos mutuamente sin perder nuestra esencia como individuos.

No te sientas culpable si eres madre, por querer salir unas horas sola, sin tus hijos. Es necesario tener esos espacios. Es saludable. Una madre feliz, tranquila, va a tener mucho más para ofrecer que una madre que se siente asfixiada y sin salida.

No temas pedir ayuda. Pedirle a tú pareja, si la tienes, que cuide a los niños unas horas para tu tener tiempo para ti. Y ojo, también es fundamental tener tiempo en pareja, pero en este caso me enfoco en el tiempo individual. Y si no tienes pareja, trata de buscar la manera de generar esos espacios de esparcimiento, sin tus hijos o hijas.

No demos por sentado que los demás deben saber que les necesitamos. Nadie es adivino y si comunicamos lo que sentimos y lo que esperamos de los demás, y escuchamos lo que ellos esperan de nosotras, quizás entonces nos demos cuenta que no estamos, ni tan solas.

Amistad, divino tesoro.

Nos vemos. Nos leemos, pronto.

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