Sabes que?
Se que he estado muy ausente.
Que prometí volverte a escribir y no lo había hecho hasta ahora.
La verdad, la vida a veces corre y pasa tan rápido que no nos damos cuenta en que momento eso en que estabas tan interesado paso a un segundo plano.
No deseo excusarme ni mucho menos. De hecho vengo a contarte algo corto pero que me llena el alma de felicidad y amor en este mismo instante.
Y es que a veces es tan fácil quedarnos pegados de los momentos difíciles y dejar pasar de largo las hermosas cosas que nos trae la vida.
Este año empezó con una pérdida más. Volví a perder un embarazo y aunque gracias a Dios en esta ocasión fue temprano, no deja de doler igual. Pero lo que te vengo a contar es que en este momento me encuentro almorzando con mi primogénito. Verlo pedir, reírse, compartir su comida conmigo mientras me hace mil y una pregunta, ver su curiosidad por esta vida que para el está fresca, me ha recordado algo maravilloso.

¡Tengo vida! estoy aquí para verlo crecer. Para guiarlo, amarlo y verlo convertirse en quien Dios desea que él sea. Tengo la inmensurable oportunidad de estar en casa y criarlo. De no perderme ni un segundo de su maravillosa vida. Y eso, ESTO! No tiene precio.
Soy afortunada, bendecida aunque eso haga reír a algunos.
No dejes pasar por alto las grandes alegrías que te trae la vida. Hay belleza en todo lado y eso no significa que no tengas derecho a vivir tu duelo, tu proceso.
Solo quise recordarte, así como me he recordado a mi hoy, qué hay mucho más, afuera del dolor.
Gracias por leerme.

Deja un comentario