Advertencia! El siguiente tema es de carácter delicado y sensible. Hablaré de muerte, aborto y duelo.
Diciembre 15, 2021. Nunca olvidare esa fecha, ha quedado marcada en mi memoria como el día más triste y duro de mi vida hasta el momento. Lo que tanto temía inevitablemente había sucedido, había perdido a mi bebé. Con un frío y seco “no se encontró ritmo cardíaco” se derrumbaba mi mundo en un segundo, y lo peor, tenía a mi hijo de año y medio sentado junto a mi mirándome confundido. Trate sin éxito de contener mis lagrimas mientras al mismo tiempo me esforzaba por escuchar atenta las palabras del personal médico. Con mi hijo explotando en llanto, tres personas “asegurándose” de que yo entendiera lo que había sucedido y lo que debía hacer a continuación, todo se sentía irreal. Como deseaba que fuera una más de mis terribles pesadillas.
Tenía 12 semanas de embarazo, y desde el primer día sentí una angustia constante por el bienestar de mi bebé. Sentía miedo día y noche de perderlo. Muchos me decían que no me preocupara que era malo para el bebé y que yo estaba joven y sana, nada malo iba a pasar. Y la verdad es que hasta ese momento no tenía prueba segura de que algo estuviera mal con mi embarazo, pero algo en mi me decía lo contrario.
No sé si haya sido por haberme sentido de esa manera desde el inicio del embarazo o si tal vez toda mujer que ha pasado por esto se haya sentido igual al momento de la noticia, lo único que se es que al momento de escuchar que había perdido a mi bebé, un sentimiento de culpa me invadió. Llore por el dolor de saber que llevaba en mi vientre a mi bebé sin vida, y lloré mucho más de culpa. No importaba que tanto me aseguraran que no era culpa mía.

Los días posteriores a la noticia los pase en piloto automático como dicen. Lo único que me motivaba a salir de la cama era saber que mi hijo me necesitaba. No quería tener que lidiar con el siguiente paso a tomar y me parecía cruel que me tocará a mí llamar a pedir la cita para el legrado. Ha sido sin duda el proceso más difícil y doloroso, emocionalmente, por el que he tenido que pasar. Y sin lugar a dudas de no haber sido por el apoyo incondicional de mi esposo, para quien también fue un evento difícil, no habría sido capaz de pasar por esto y recuperarme de la manera que lo estoy haciendo. Quizás más adelante les cuente un poco más a detalle esa experiencia de legrado y de acompañamiento por parte de mi esposo.
Creo que uno de los aspectos mas difíciles de pasar por una experiencia cómo está ha sido la soledad que le acompaña. No importa que tanta compañía tengamos al rededor, no importa que tanto apoyo nos den, y con esto no quiero sonar mal agradecida, ni que piensen que no valoro todo el acompañamiento obtenido. Pero el sentimiento en sí, el proceso que se vive es tan desgarrador y tan indescriptible que creo que es normal el sentirnos solas en medio de la compañía. No hay manera de que alguien más, alguien que no haya pasado por esto, entienda en lo más mínimo por lo que estamos pasando en esos momentos. Y sabes? Es por eso mismo que valoro tanto la compañía que he tenido y el apoyo que se me ha ofrecido en las diversas maneras presentadas. Porque se lo difícil que debe ser para quienes me rodean acompañarme sin realmente saber como abarcar el tema o como sostenerme sin “empeorar” de alguna manera la situación.

Con este escrito mi intención no es solamente contarte mi experiencia y que sepas un poco más de esa parte tan dolorosa de mi vida. Lo que más deseo es que si estás pasando por una situación similar sepas que no estás sola o solo (próximamente escribiré para las parejas de quienes pasamos por esto). No estás sola, y te lo repito porque se que es difícil sentirlo así. Somos muchas las mujeres que hemos pasado por esta desgarradora situación, y aunque no pueda verte y darte un abrazo, deseo de todo corazón que sepas que he sufrido y llorado así como lo has hecho o estás haciendo tú. Que aunque te sientas culpable, es real cuando nos dicen que no es nuestra culpa. Aunque suene duro y nos dé rabia, en estos casos no hay nada que hayamos podido hacer por nuestros preciosos bebés.
Si eres alguien que está pasando por una pérdida cómo está, quiero que sepas que no hay nada de malo en sentirte profundamente triste y adolorida. Que aunque hayan pasado días o incluso meses, no está mal el que aún llores por momentos y que aún te duela ese hijo/hija pedido/perdida. Nuestros bebés quizás no hayan logrado acompañarnos en este plano terrenal, pero eso no significa que no podamos amarlos cada día de nuestra existencia. No significa que no los debamos contar como uno más de nuestros hijos. Ese embarazo quizás no termino como debía, con nuestros bebés en nuestros brazos, pero siempre van a ser parte de nuestra historia como madres y no hay nada de malo en tenerlo presente.
Solo deseo de todo corazón que podamos sanar. Que llegue el día en que al pensar en nuestros bebés que descansan en paz, lo hagamos desde el amor más puro y ya no con dolor profundo.
Gracias por permitirme compartir mi experiencia contigo y por haberte tomado el tiempo de leer y conectar conmigo. Espero pronto compartirte más sobre la manera en que he logrado ir realizando mi duelo y como mi red de apoyo ha formado parte fundamental de este proceso.
Nos leemos pronto.

Deja un comentario